INTRODUCCIÓN
La carbonización del cadáver supone un auténtico desafío para el Médico Forense. Inmediatamente surgen multitud de dudas que es urgente resolver: ¿quién es el individuo?, ¿cuál es la causa de la muerte?, ¿el sujeto vivió en el foco del incendio o fue arrojado ya cadáver?, ¿la etiología es suicida, homicida o accidental?.
Como señalaba Lecha de Marzo, en la autopsia de cadáveres carbonizados, nos llamará la atención la reducción de los distintos órganos del cadáver y del conjunto del cuerpo. Una cabeza de adulto puede presentar el volumen de una de niño de doce años.
Debemos recordar también las actitudes extrañas (de lucha, de combate, de boxeo) que pueden observarse en los cadáveres carbonizados y que dependen de un fenómeno puramente físico, de la rigidez producida por el calor.
En el examen externo la piel está ennegrecida, reseca, suena como un tambor, hay soluciones de continuidad en los pliegues (que remedan heridas incisas), puede haber amputaciones espontáneas en extremidades y, si es intensa y prolongada, pueden estallar las cavidades naturales.