INTRODUCCIÓN
Las expectativas de supervivencia de la enfermedad valvular cardiaca cambiaron a partir del primer implante de una prótesis valvular aórtica, realizado en el año 1953. Desde entonces se han desarrollado y utilizado numerosos tipos de prótesis que, atendiendo al tejido valvular de procedencia utilizado, se pueden clasificar en prótesis de tipo mecánico o prótesis de tipo biológico.
La mayoría de las prótesis valvulares mecánicas tienen una duración de 20 a 30 años, en contraste con las bioprótesis que disfuncionan, generalmente, entre los 10 a 15 años desde su implante. Es requisito primordial con las prótesis mecánicas, y no con las biológicas, el mantener un tratamiento crónico con medicación anticoagulante.
La edad del paciente constituye el factor determinante más importante en la elección del tipo de prótesis a implantar.
Todos los tipos de válvulas protésicas cardiacas pueden presentar problemas en algún momento de su historia evolutiva. Las complicaciones que aparecen en el periodo post-operatorio inmediato están, generalmente, relacionadas con la técnica quirúrgica; mientras que las que aparecen después de esta fase se relacionan, directamente, con el tratamiento anticoagulante, o también con la disfunción inherente a la propia prótesis (desgaste de materiales). Las disfunciones pueden tener su origen en las alteraciones peri o intraprótesis que pueden producirse por mecanismos múltiples y que terminan por originar estenosis, insuficiencia (regurgitación), o ambas. Estas alteraciones desencadenan un cuadro clínico, cuya severidad estará en relación con la sobrecarga hemodinámica secundaria de tipo agudo, subagudo o crónico.