Cuadernos de

Medicina Forense

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IN MEMORIAM

 


 

 

EN RECUERDO DE JUAN ANTONIO NAVARRO CELMA

 

 

Escribo estas líneas en recuerdo tuyo, Juan Antonio, cuando ya nos has dejado definitivamente después de un prolongado período en el que te hemos ido perdiendo poco a poco.

 

Quienes tuvimos la fortuna de conocerte y participar contigo en la construcción y desarrollo de los servicios médico-forenses de nuestra Comunidad, sabemos cuánto hemos perdido con tu muerte. Fuiste un forense vocacional y comprometido hasta la médula con la Medicina Legal en la que has dejado un recuerdo imperecedero.

 

Es difícil hallar en nuestra Disciplina un perfil humano y profesional tan completo como el tuyo. Curricularmente disponías de un bagaje impresionante. Médico Forense desde 1.983, Profesor titular de Medicina Legal, Director del Instituto Anatómico Forense de Zaragoza, amplia formación en el extranjero (Instituto de Medicina Legal de Lieja), junto a un largo etcétera. Pero esto no era nada comparado con tus cualidades personales. Has sido siempre y sobre todo, un inmejorable amigo, una persona leal, generosa y fiel a tus principios, con los que sin descanso estabas comprometido, soplaran los vientos en la dirección que fuere.

 

Por eso, y por otras muchas virtudes que siempre te adornaron, has dejado entre nosotros tanto hueco.

 

Es para mí imborrable el caudal de recuerdos de los duros años que nos tocó compartir y de las dificultades que se hubieron de vencer tratando de desterrar concepciones arcaicas de la Medicina Legal. Tú siempre estuviste en primera línea, no importaba lo cruda que fuera la batalla. En tiempos en que abundan quienes trabajan por la fama, tú lo hiciste sólo por mejorar la calidad del Servicio. En ello fuiste ejemplo para quienes te admirábamos.

 

Nunca dejaste a nadie en la estacada, sino que colocaste tu hombro junto a él para ampararle fuera quien fuese y no importando el difícil trance en que se hallara. Fuiste un gran médico, en todo el sentido humano de la palabra, preocupado por el que sufre y siempre atento a procurar remedio aún en las difíciles condiciones en que la Medicina Forense obliga a menudo a moverse.

 

Has sido, también, un gran docente, no sólo para generaciones de Licenciados en Medicina, sino muy especialmente, para muchos médicos forenses que te consideran su inolvidable maestro.

 

Te recuerdo trabajando sin descanso en la triste jornada del incendio de la discoteca Flyng en Zaragoza, infatigable y proporcionando a los allegados, en un tiempo récord, lo único que en tales momentos podía aliviar algo su dolor, una pronta identificación y traslado de sus seres queridos. Veo todavía tu rostro, cansado pero siempre afable, tras las fatigosas jornadas de las necropsias de los fallecidos en el desgraciado accidente del acelerador del Hospital Clínico. Recuerdo el año en que fuiste mi ayudante de autopsias, y yo el tuyo, con el único objeto de erradicar de nuestro medio algunas actitudes poco acordes con una Patología Forense moderna. Te veo siempre al lado del compañero con dificultades ante un caso complejo, aportándole siempre tu ayuda, tu consejo y tu sabiduría.

 

Y todo esto siempre a pie de obra, delante de la barrera, alejado del sillón, no rehuyendo nunca el compromiso ni retirando la mano aunque ardiera lo que tocara manejar ese día.

 

En estos y otros muchos casos tu maestría y buen hacer sólo fueron superados por el silencia, la discreción y la humildad que siempre te caracterizó y que dignifica a los grandes hombres que nada buscan de personal en cuanto hacen, sino solo el beneficio de sus semejantes y el cumplimiento escrupuloso y generoso de su obligación.

 

Quizá por este impresionante bagaje alguien en el Cielo se fijó en ti y te ha llevado prematuramente. Posiblemente no quiso hacerlo de golpe para que quienes te queríamos no sintiéramos abruptamente una pérdida tan grande. Toda tu ejemplar familia, y muy en especial tu abnegada mujer, te han mimado durante este tiempo, y tus amigos hemos podido verte, acompañarte y sentir poco a poco el dolor de tu marcha.

 

Quisiera decirte que para nosotros, y muy en especial para mí, no te has ido. Que muchas de tus ideas y proyectos están vivos aquí como el primer día. Que nos hallamos en vísperas de la creación del Instituto de Medicina Legal de Aragón, con un Centro nuevo en construcción y que esto no es sino un navegar unas pocas millas más allá de la estela que tú abriste. Que seguimos y seguiremos adelante para intentar llevar la Medicina Forense Aragonesa allá donde tú siempre quisiste verla. Que tu actuación fue a verdadera primera piedra de nuestro Instituto, y tu recuerdo un permanente estímulo para remover cuantos obstáculos hayan de surgir. Que llevaremos tus enseñanzas y tu recuerdo a donde estemos, como testimonio y homenaje a quien, como tú, capitaneó una nueva forma de hacer las cosas.

 

Querido amigo. Hasta siempre.

 

José Aso Escario

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